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La mala práctica con las “buenas prácticas”

Debemos pasar del “copiar y pegar” al “copiar y adaptar”

¿Qué es una Buena Práctica?

Como sabemos, las Buenas Prácticas permiten lograr objetivos mediante un conjunto de acciones que otros ya han probado e implementado con éxito. Son entonces la experiencia ajena para no arrancar desde cero. Dado que muchas veces veo fracasos y frustraciones al utilizar una buena práctica, comparto estas reflexiones.

Ejemplos de aplicación que convierten en malas las “Buenas Prácticas”

Como ejemplo podemos decir que las normas ISO 9000 son una buena práctica. No obstante, tomar el manual de procedimientos bajo ISO 9000 de una organización y aplicarlo en otra no son una buena práctica. Menos aún sería utilizar un sistema informático porque implementa una buena práctica a mucho más nivel de detalle y con mayor rigidez. Alguien podría decir que si toma el manual que otro pensó, podemos ajustar nombres de los roles y quizás hasta funcione. En el software ese ajuste se puede hacer mediante una adecuada parametrización, pero muchas veces esto solo no alcanza.

Profundicemos más en este punto pensando en una organización con muchas sucursales. Hacer el manual ISO “estandarizando” todas las sucursales (con diferentes contextos y condiciones internas) o sea aplicar lo mismo en todas puede no ser tan bueno como parece. Lo que ahorra a corto plazo, lo perdemos en el mediano y largo plazo.

Vemos entonces que implementar una Buena Práctica requiere necesariamente adecuación al caso, es decir a sus condiciones particulares tanto internas como externas. El tema es cuanto tiempo y esfuerzo se requiere para hacerlo. Por eso muchas veces preferimos menor precisión y mayor velocidad sin evaluar adecuadamente los riesgos que eso conlleva.

Entonces ¿Cómo evitamos la mala práctica con las “Buenas Prácticas”?

Para que una Buena Práctica nos sea útil debemos considerar dos aspectos:

Primero, analizar si es aplicable a nuestro caso: Por ejemplo si el objetivo es la mejora de los procesos deberíamos preguntarnos:

a) Si nuestras condiciones externas, o sea nuestro contexto, difieren mucho o poco respecto del contexto donde funcionó la Buena Práctica.

b) Si nuestras condiciones internas, o sea nuestras capacidades y competencias, alcanzan el umbral mínimo necesario que las hicieron funcionar.

Este primer análisis nos permitirá determinar si una Buenas Práctica es o no extrapolable para nuestro caso y evitar frustraciones posteriores innecesarias.

En segundo lugar, una vez que decidimos adoptarla, el desafío será implementarla adecuadamente. Recordemos que una “Buena Práctica” siempre se debe tomar con el nivel conceptual que corresponde, para luego poder bajarla al nivel de detalle según nuestro caso.

Resumiendo

Aplicar correctamente un Buena Práctica siempre requiere de una estrategia que atienda la diversidad que esta fuera de nuestro poder de cambio, el contexto que nos toca y el límite de nuestras propias competencias.

Aplicar Buenas Prácticas no es replicar resultados y modelos exitosos de otros,
“copiando y pegando”

Aplicar una Buena Práctica es replicar la forma de obtener esos resultados exitosos en nuestro caso, 
“copiando y adaptando”

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